Dicen que la jungla lo devora todo. Templos, palacios, ciudades enteras han quedado ocultas por lianas y árboles como ocurrió con Angkor Bat o Tikal. Y este es un pensamiento a tener en cuenta porque, efectivamente, al andar por la jungla uno tiene la sensación de que, si se detiene, comenzará a salirle liquen en el cabello y raíces en los pies.
La fertilidad de estas selvas en tan feroz que resultan tan inquietantes como bellas. Andar por la jungla es luchar contra el barro, las ramas y toda clase de insectos, incluso sanguijuelas. Una experiencia tan extraterrestre para un europeo, como debe resultar andar entre montañas nevadas para un habitante de la selva.
La vegetación es la ley, todo debe adaptarse a la luz y el espacio que la vegetación deja. El silencio y el aire espeso, la luz lechosa y la certeza de que, aunque tu no ves nada, hay miles de ojos que te miran a tí. Los animales saben camuflarse.
Recuerdo una anécdota al pasar por una zona de jungla en Helambu, Nepal, a la vuelta del sendero de Goisakunda. Uno de los viajeros sintió la "llamada de la naturaleza" y se dispuso a dejar el camino para alejarse. Pero entonces el guía local, Lawan, le dijo: "¡espera! No te alejes del sendero, es peligroso. Quédate cerca del camino, nosotros andaremos unos metros más y te esperamos, pero no te distancies. Este es terreno de osos".
De repente ahí fui realmente consciente de que esa naturaleza no era sólo un verdor espectacular, una visión memorable que archivar en la memoria. Los inmensos árboles y las trepadoras parecieron reírse de mí en ese momento, y decir "¿dónde creías que estabas?". Acostumbrados a nuestros parques naturales donde el peligro viene de la imprudencia o el exceso de confianza humana, aquí estábamos en una naturaleza salvaje, real.
Experiencias así enseñan muchas cosas como humildad, respeto, admiración... Vivencias que hemos tenido en los viajes de aventura y que quizás, algún día, compartamos tu y yo juntos. Como la impresionante sensación de andar por la jungla.
Nomadas ocasionales
Gran entrada! Estamos acostumbrados a la certeza, a ir en busca de la naturaleza y guiarnos de las señales de madera hechas por el hombre. Estamos acostumbrados a jugar en un jardín controlado y no a explorar la selva que no deja de ser un territorio hostil, sobre todo para el que no lo conoce. Un abrazo desde Valladolid.
Granadino Errante
Muchas gracias Nómadas. La verdad es que en España tenemos grandes espacios naturales, pero es cierto que salvo excepciones no se gestionan como ecosistemas salvajes, sino como arboledas muy manipuladas y controladas, y enfocadas además de una forma disimulada a la caza.
Esperemos que la diversidad de árboles,sotobosque y la presencia de depredadores autóctonos en el futuro crezca.