Ponta da Ferraria es uno de los paisajes más personales de Sao Miguel. Y eso en una isla como ésta, es mucho decir (mira 9 motivos para visitar Sao Miguel).
Su fama se debe al hecho de contar con un balneario y, sobre todo, a su cala termal. Una corriente subterránea que desagua en una lengua de mar, lo que calienta el helado Océano Atlántico que rodea la isla. El único sitio de mar en el que tuve valor para bañarme en 5 días que estuve en plano Julio, jeje.
Pero Ferraria es además una punta con un espectacular paisaje volcánico, en un paraje precioso. De hecho creo que la belleza del sitio debería ser el motivo principal para visitarlo, como os voy a contar, yl final del artículo os doy la información práctica.
Ya desde el acceso queda claro que el lugar es tan extraño como hipnótico. Una fuerte pendiente serpentea por el acantilado, mezcla de lavas rojizas e hierbas, mientras las rocas negras y puntiagudas se recortan como navajas contra un océano metálico.
La luz del atardecer saca todos los tonos posibles a cada rincón, y de hecho es una recomendación personal; la caída de la tarde en esta punta es abrumadoramente hermosa.
El Balneario de Ferraria.
Una explanada sirve de parking a los visitantes, que encontramos en primer lugar el edificio del complejo termal.
Cuenta con hotel, restaurante, piscina al aire libre y tratamientos termales; y además se pueden contratar actividades como escalada, senderismo, etc… Si os interesa lo mejor es que visitéis la web de Termas da Ferraria.
Pero la cala de aguas calientes no está aquí, hay que seguir el camino señalizado a la izquierda del pequeño complejo. Tras una pasarela y algunos escalones, llegamos a nuestro destino.
Cala termal de Ponta da Ferraria.
La cala es una pequeña lengua de mar que se adentra entre lavas negras, formando una especia de piscina natural.
Personalmente me desilusionó un poco ver la gran cantidad de bañistas que estábamos allí. Sao Miguel ofrece muchísimos sitios imponentes que disfrutar sin demasiada compañía, algo que agradecemos los que nos gusta el senderismo, la naturaleza y los paisajes; y encontrarse tantos visitantes subiendo y bajando por las escaleras tipo piscina para bañarse, haciéndose selfies y tomando el sol… Pues no es lo habitual en esta isla. Pero viajar en Julio es lo que tiene, hay gente en casi todas partes de Europa.
Visualmente la cala termal es lo menos atractivo del sitio. Por supuesto es toda una curiosidad encontrar algo así, incluso me dijeron (no sé si será cierto) que es único en el mundo. Y es un gustazo entrar en ese mar que en el resto de la isla está tan fresquito, que cuesta bañarse (entre 16 y 20º de media).
Gracias a la corriente subterránea que desagua allí, la temperatura del océano sube hasta los 28 grados en la zona más cercana al afloramiento. Hay sogas de lado a lado, para poder agarrarse y permanecer sin tener que esforzarse contra la corriente marina que mete y saca el agua de mar.
De hecho fue la primera impresión que tuve del sitio y me resultó graciosa: los visitantes se mecían al ritmo de las olas colgando de las cuerdas como camisetas mojadas. 10 minutos después yo era una camiseta mojada más, en esa colada internacional de turistas sonrientes.
Había que nadar despacio, guardar cola para acceder a las sogas de las zonas más calientes; y bucear poco y con los ojos abiertos, porque corría el riesgo de que me patearan la cabeza debajo del agua. El sitio es muy chulo y la sensación del agua de mar cálida muy agradable. Pero con tanta gente no merecía la pena estar más tiempo allí, y me decidí a explorar el resto de la punta.
La “playa” volcánica.
En cuanto salí de la cala y me quité de la mente el objetivo a visitar, pude prestar atención al resto del paisaje. Y fue todo un descubrimiento: nada más mirar alrededor se ve la poderosa atracción del sitio.
La parte vecina a la cala está formada por lava negra enfriada bruscamente por el océano, dando lugar a formas cortantes y puntiagudas. Para caminar por ellas hay que ir calzado y teniendo mucho cuidado de no resbalar, los cortes están asegurados con semejantes filos.
Entre los picos se forman pequeñas balsas de agua, donde abundan los peces atrapados esperando la subida de la marea; también encontraréis multitud de cangrejos, caracolas y erizos de mar. La marea baja descubre pequeñas grutas y un bosque de algas verdísimas, que contrastan con las charcas que brillan como espejos, o desprenden un azul imposible.
Los contrastes de formas y colores hacen una combinación espectacularmente hermosa, y le dan al paisaje un aspecto bastante marciano, a fuerza de extraño y singular.
Respecto a lo de “playa”, técnicamente lo es; pero una playa de roca golpeada continuamente por la fuerza del océano. Así que el baño es prácticamente imposible, un golpe de mar contra esa superficie de cuchillos y lo más probable es que se acabe en urgencias.
Los acantilados.
Ferraria guarda otra sorpresa más. Si vais más allá de la zona de aparcamientos hacia el mar, dejando el pequeño balneario a mano izquierda, encontratréis otro paisaje espectacular.
Unos acantilados de basalto con un pequeño salto de agua, procedente del sobrante de las aguas termales. El océano se vuelve metálico, con un azul tan profundo y brillante como el de los pavos reales. La pequeña caseta blanca de tejado colorado, se recorta contra las grandes paredes de lava forradas de hierba por las que baja la carretera.
De repente nos trasladamos de la playa marciana a una visión más propia de Islandia, en menos de 1´5 kilómetros.
La vista en la “hora dorada” deja sin palabras, como sucede tan a menudo en esta dichosa isla de Azores; de tanta belleza que ofrece, llega a dar coraje.
Pero despedir el sol desde esos acantilados épicos, recortados de forma extraña como tallados por gigantes, es una experiencia inolvidable.
Información práctica.
Cómo llegar: hay que tener vehículo de alquiler, ya sea coche o moto. Desde Ponta Delgada hay que tomar la misma carretera que conduce al aeropuerto y a Sete Cidades, la EN1-1A, hasta la localidad de Ginetes. Allí encontraremos las indicaciones para la carretera de bajada. Desde Ribeira Grande, hay que tomar la misma carretera pero en sentido opuesto, dirección Rabo de Peixe y Ajuda da Bretanha.
Precio: es un paraje natural gratuito.
Instalaciones: fuera del balneario, no hay ningún servicio ni instalación. En los meses de Julio y Agosto hay servicio de socorrismo en la cala termal.
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